domingo, 4 de diciembre de 2011

Quiero que ese poema nazca muerto...]




Quiero que ese poema nazca muerto, Cecilia


Escrito con signos desconocidos en la inmensidad del polvo


Con figuras de animales y flores


Porque eso esto realmente me son las palabras


Ya poco me importa ser poeta


En ese país lleno de seudo dioses ásperos y egoístas




Este poema tiene el mismo nombre de su padre


Por eso debe nacer muerto


Con una corona de cruces en la garganta


Y colgado del cordón umbilical en la entrepiernas del mundo




Y a pesar de ser un cadáver


Pedirá a quien lo lea unos ojos que le den resurrección


Y unas manos que lo bauticen


Con la saliva agria de una lengua muerta




A mí no me perdonarán la traición


Y enviarán una plaga de ratas hacia donde me encuentre


Para que me arrastren nuevamente a vivir con ellas


En su río capital empequeñecido y lleno de mierda


Que es su gran metáfora y traición




Me veré tentado, Cecilia


A continuar con su gran mentira


Y aceptar el vino y los laureles que tienen


Para los que poco les importa


Dejar de creer en ellos




Pero cuando nadie me mire


Meteré mi lima de oro por mi culo


Y escribiré llorando entre bestias y hombres


Con los ojos caídos en la tentación


Por eso quiero


Que este poema nazca muerto




Pasarán los años y no cesará de hablarme


Y se reirá de mí porque yo sabía que acá está la muerte


Lo odiaré por saber como todo sucedería


Y me preguntaré:


¿Cuándo escribí con tanta pena y rabia?




Pero será tarde


Porque naciste de todos modos


Lleno de sangre y semen


De tantos cuerpos que jamás me tocaron




Será tuya mi muerte


Y al final yo latiré dentro de ti


Como un corazón sagrado y herido


Y me odiarás con delirio


Porque todo ángel debe aborrecer a su padre




Borrarás mi nombre


Y sólo dejarás un par de letras mudas


Clavadas en algún libro que leerán


Los que vaguen con sus ciudades a cuestas


Huyendo de la salvación




Fui traicionado por los profetas de mi pesebre


Y ningún ángel me dio alguna luz


Ahora mismo podría recibir la muerte y ser mi propio padre


Pero es por eso


Que quiero, Cecilia, que este poema nazca muerto.


Cecilia Podestá